IV. CANONICIDAD

A. CONSIDERACIONES BÁSICAS

En esta sección vamos a tratar principalmente dos preguntas importantes:

  • ¿Por qué consideramos a un determinado número de libros inspirados y a otros, sin embargo, no?
  • ¿Es realmente fiable el texto básico en hebreo, arameo y griego de la Biblia o sufrió cambios durante el proceso de la transmisión?

La Biblia contiene una colección de 66 libros inspirados. Ellos forman parte de la Biblia porque son inspirados, pero no son considerados inspirados porque forman parte de la Biblia. La Iglesia nunca declaró inspirado a un libro sino simplemente reconoció la inspiración de determinados libros. Los 66 libros de la Biblia son llamados el "canon”.

La palabra "canon” viene del hebreo "qaneh” y tiene el significado básico de caña (posiblemente incluso la raíz de la palabra castellana tiene raíces semíticas). En un sentido más amplio significa "norma” , "pauta” o "regla”. Ezequiel 40:3 usa la palabra y es traducida "caña de medir”. En este sentido, es usado también en el NT, por ejemplo, en Gálatas 6:16 (kanóon = "regIa”). Orígenes habló de las Escrituras como canon. En los tiempos de Atanasio (296 - 373) se empezó a usar la palabra en el mismo sentido como hoy en día: "lista de libros que tienen autoridad bíblica”.

B. PRINCIPIOS Y CRITERIOS PARA LA FORMACIÓN DEL CANON

¿Cuáles son los criterios que los libros de la Biblia tenían que cumplir para ser considerados "canónicos”? Los siguientes criterios no tenían importancia:

  • No por ser un libro antiguo. Hay libros antiguos que nunca llegaron a formar parte del canon, por ejemplo, el libro de Jaser (Josué 10:13) o el "libro de las batallas del Señor" (Números 21:14). Por otro lado, libros muy "jóvenes” formaron inmediatamente parte del canon (Malaquías, etc.).
  • No por tener un lenguaje especialmente sagrado o elevado. Hay partes del AT que salen en arameo. El arameo era el idioma del pueblo, no de los religiosos (Esdras 4:8 - 6:18; 7:12 - 26; Jeremías 10:11 y Daniel 2:4b - 7:28).
  • No por estar de acuerdo con la Torá. Hay libros apócrifos que están de acuerdo con la Torá y no forman parte de la Biblia (Eclesiástico, por ejemplo).

Todas estas teorías no pueden explicar la formación del canon. La única explicación principal es la siguiente: ningún líder religioso o secular de los judíos o de la Iglesia cristiana jamás autorizó un libro para que formase parte del canon. Los concilios judíos o cristianos simplemente reconocieron la autoridad o inspiración de un libro. Un libro es canónico cuando demuestra tener la autoridad de Dios y ser inspirado por El.

Este proceso de reconocimiento de los libros inspirados lo vamos a examinar ahora. Pero primeramente tenemos que explicar los criterios, según los cuales un libro podía ser reconocido como canónico.

1. El criterio profético o apostólico.

Sin lugar a dudas es el criterio más importante: el carácter profético o apostólico de un libro. Si alguien era profeta reconocido de Dios, entonces era obvio para todo el mundo que sus escritos no provenían de su propia voluntad, sino del Espíritu de Dios (2 Pedro 1:20 y 21). Dios habló a los padres por los profetas (Hebreos 1:1) y cuando un libro fue escrito por un apóstol tenía que ser aceptado como canónico (Gálatas 1:1.8.9.11.12). Por otro lado, no existe ningún caso donde un libro profético o apostólico fuese rechazado como no-canónico. Sin embargo, los creyentes rechazaron libros que no cumplieron el criterio de la apostolicidad inmediatamente (2 Tes. 2:2).

En el AT se encuentran únicamente libros "proféticos” (escritos por una profeta). Moisés fue considerado profeta (Dt. 18:15 y18). Los libros históricos y poéticos fueron escritos por profetas como Josué, Samuel, Jeremías y Esdras. También David y Daniel caen en la categoría de profetas. Esto es evidente si consideramos que la división más antigua del AT no tenía tres partes (ley, profetas y escrituras [torá, nabyim, ketubim]), sino dos. Antes y durante el exilio babilónico los judíos hablaron de la ley de Moisés y de los profetas (Daniel 9:2.6.11; Zacarías 7:12; Nehemías 9:14.29.30). También en el NT encontramos casi siempre esta división del AT (Mateo 5:17.18; 22:40; Lucas 16:16.29.31; 24:27; Hechos 13:15; 24:14; 26:22). El AT se compone, por lo tanto, exclusivamente de libros escritos por hombres con un ministerio profético.

Los libros del NT fueron escritos también por hombres con un ministerio muy particular. De los 8 autores conocidos del NT (excepción: Hebreos tiene un autor desconocido), tres eran discípulos del Señor (Mateo, Juan y Pedro) y, por lo tanto, apóstoles. Pablo era apóstol (Romanos 1:5). Santiago, el medio hermano de nuestro Señor era apóstol (Gálatas 1:19). Judas, hermano de Santiago y, por lo tanto, medio hermano de Jesucristo, pertenecía al circulo de los apóstoles (Hechos 15:27). Los evangelios de Marcos y Lucas fueron autorizados por Pedro y Pablo, respectivamente. Para el NT el criterio de apostolicidad no significaba necesariamente que un apóstol tenía que haber escrito el libro personalmente, sino que fuese autorizado por los apóstoles. Eso explica la tardanza en admitir el libro de 2 Pedro al canon, porque durante algún tiempo la Iglesia dudaba de la autoría de Pedro. Cuando esta pregunta se decidió favorablemente, no hubo duda alguna que formaba parte del canon.

2. El criterio de la autoridad.

A veces la llamada de un profeta no era obvia a primera vista o existieron dudas en cuanto a la autoría de un libro, por ejemplo, en el caso de Hebreos. En un caso así, este criterio juega un papel primordial.

Cada libro de la Biblia habla con tono autoritativo y en el nombre de Dios, muchas veces incluso usando las palabras: "así dice el Señor”. En los libros históricos encontramos afirmaciones autoritativas sobre las acciones de Dios. En los libros de enseñanza leemos, lo que los creyentes deben hacer. Los apóstoles y profetas ejercían la autoridad de su Señor (1 Corintios 14:37; Gálatas 1:1.12).

No es siempre fácil darse cuenta de la autoridad divina. Existen libros apócrifos que pretenden tener también carácter divino. Por otro lado, hay libros que a primera vista no parecen hablar con autoridad divina. Un ejemplo de esta categoría sería el libro de Ester, que ni siquiera menciona el nombre de Dios. Pero finalmente, los judíos se dieron cuenta de que la mano protectora de Dios para con su pueblo se manifestaba en el libro muy claramente y le fue concedido su lugar en el canon.

El hecho de que a veces se tardara bastante en tomar una decisión, nos demuestra hasta que punto los líderes religiosos tomaban en serio su gran responsabilidad. Si existía la menor duda de la inspiración de un libro, este era descartado.

3. El criterio del contenido.

El contenido del libro tenía que demostrar un carácter espiritual y servir para la edificación y renovación de las iglesias. Este aspecto no siempre fue reconocido inmediatamente. Por ejemplo, el Cantar de los Cantares no fue admitido en el canon, hasta que quedó claro que su contenido no era solamente sensual, sino que contenía enseñanzas muy profundas y espirituales.

4. El criterio de la exactitud histórica y dogmática.

Este criterio fue usado sobre todo en el sentido negativo. Si un libro contenía errores o contradicciones con revelaciones reconocidas y dadas con anterioridad, no fue considerado inspirado, por la simple razón de que la Palabra de Dios no puede contener errores o contradicciones.

El libro de Judit está repleto de inexactitudes y errores históricos y otros libros (2 Macabeos) contienen recomendaciones para adorar o sacrificar a los muertos. Si un libro no contenía error, esto todavía no significaba que se trataba de un libro inspirado. Pero si el libro contenía errores o contradicciones, entonces automáticamente era descartado. Por lo tanto, la gente de Berea comprobaron con cuidado la doctrina de Pablo para saber si la "nueva doctrina” coincidía con las revelaciones antiguas (Hechos17:11).

C. EL CANON DEL AT

1. La historia de su formación

En los tiempos de Nehemías y Malaquías (aprox. 400 a.C.) el canon del AT estaba prácticamente completo. El NT cita casi todos los libros de AT como autoritativos. Al mismo tiempo, el NT cita a veces acontecimientos de un libro apócrifo (2 Tim. 3:8; Judas 9.14). Esto, sin embargo, no significa que todo el libro es reconocido como inspirado.

Como ya hemos visto, el NT confirma la división en tres partes del AT: la ley, los profetas y los salmos (Lucas 24:44). Las últimas dos partes son llamadas normalmente "los profetas”. Jesucristo criticó la tradición judía en muchos aspectos, nunca, sin embargo, su concepto del canon.

La triple división del AT es mencionada por primera vez en el prefacio que el traductor griego (nieto del autor) del libro de Eclesiástico añadió a aquel libro en 132 a.C. El habla en este prefacio varias veces de la ley, los profetas y los demás libros. Por lo tanto, el canon hebreo ya debe haber existido. Lo mismo vemos en las obras de Filón, el judío de origen alejandrino. Filón reconoce la autoridad de los libros canónicos y rechaza a los libros apócrifos. Esto es interesante, porque nos demuestra que los libros apócrifos no fueron considerados inspirados por los judíos a pesar de haber sido incluidos en la LXX.

También es importante el testimonio de Flavio Josefo, al final del siglo I. En su obra "Contra Apion” (1,8), Josefo declara que los judíos solamente reconocen 22 libros (coincidiendo con nuestros 39 libros del AT). Josefo confirma que el canon fue concluido con el libro de Malaquías. El Talmud también coincide con esta afirmación y enseña además que los profetas profetizaron hasta los tiempos de Alejandro Magno y que luego el Espíritu profético salió de Israel.

Para terminar este tema es importante hacer algún comentario sobre el famoso "concilio de Jamnia”. Muchos teólogos piensan que el canon del AT no fue concluido hasta este supuesto concilio, alrededor del año 90. Pero no se trataba de un concilio en el cual participaron líderes judíos representativos, sino simplemente una reunión de escribas judíos. En aquel "concilio~” ningún libro fue admitido al canon, sino que se habló simplemente sobre libros que hace tiempo ya pertenecieron al canon. El concilio de Jamnia era una simple confirmación formal del canon ya existente.

En cuanto a la aceptación del canon del AT por la Iglesia podemos decir lo siguiente: el canon más antiguo del AT es el de Melito, obispo de Sardis (170). Su lista, que Eusebio menciona en su historia de la Iglesia, contiene todos los libros del AT menos Ester. Parece que Ester era poco conocido en Siria. Una lista de la misma época que es mencionada en un manuscrito de la biblioteca del patriarcado de Jerusalén menciona al canon hebreo completo. Orígenes, que describe al canon completo, incluye en él, sin embargo, una apócrifa "carta de Jeremías”. Jerónimo (400) finalmente nos da una lista completa del canon del AT en su prefacio a su comentario de Daniel.

2. La tradición y conservación de su texto

Las partes más antiguas del AT tienen 3.500 años. La pregunta lógica que se nos presenta ante un documento de tanta antigüedad es simplemente ésta: El texto hebreo que hoy día tenemos, ¿ es idéntico con el que se escribió hace miles de años? En otras palabras: ¿Cómo podemos estar seguros de que no se ha cambiado el contenido de los manuscritos?

a. Los autores y redactores

Los autores del AT como Moisés, Josué, Samuel y Jeremías, por ejemplo, recibieron revelaciones nuevas de parte de Dios, pero a su vez usaron material ya existente. Moisés fue educado en la corte de Faraón y tenía acceso a los archivos de los egipcios.

Como ya hemos visto, podemos partir del hecho de que todo el AT estaba hecho y terminado sobre el año 450 a.C.

b. Los escribas (hebr.: Soferim)

Los escribas tenían la tarea de preservar el texto original de la manera más perfecta posible. Originalmente los escribas eran oficiales de las casas reales. Después del exilio babilónico se dedicaron enteramente a la conservación del texto bíblico.

Sorprendentemente sus copias eran casi perfectas. Los escribas siguieron algunas reglas que les permitió transmitir un texto en perfecto estado y prácticamente idéntico con el original:

  • La anchura de cada línea (entre margen y margen) era exactamente de 30 letras.
  • Solamente se podía usar tinta negra.
  • Las copias podían ser elaboradas solamente de manuscritos autorizados.
  • Ninguna palabra podía ser escrita de memoria.
  • El copista debía ser judío.

Después de haber hecho la copia, los escribas controlaron la exactitud de la copia usando, entre otras medidas, las siguientes:

  • Se contó las letras, y las palabras de la copia comparándolas con el original.
  • Se estableció el lugar exacto de la palabra central o de la letra central de un libro.

Se puede decir incluso, que las copias normalmente eran mejores que el original, porque el estado del material sobre el cual se escribió era mucho mejor. Una vez hecha la copia, el original fue destruido o echado al trastero de la sinagoga. Por lo tanto, existen pocos manuscritos viejos del AT.

c. Los masoretas (masora = tradición en hebreo)

Después de la redacción de los originales y de la labor de los escribas vino la tercera fase de la tradición del texto hebreo que comprende aproximadamente 500 años entre los años 500 y 1000 DC. Este tiempo es caracterizado por la estandarización del texto bíblico. Se añaden las vocales a los textos. Esto llegó a ser una necesidad porque en aquel tiempo el hebreo ya había dejado de ser un idioma hablado.

Los masoretas tenían dos importantes centros de estudio: uno se encontraba en Babilonia y el otro en Palestina. Igual que los escribas, los masoretas contaron todas las letras, palabras, versículos y letras centrales de los libros e incluso del AT. Ellos confeccionaron estadísticas averiguando cuantas veces salen ciertas palabras y cuantas veces cada letra del alfabeto.

Con estas medidas - que nos pueden parecer exageradas - los judíos lograron una conservación casi perfecta de los textos del AT, no perdiendo ni una letra. La escuela más famosa de los masoretas era la de Ben Asher de Tiberias en Galilea.

d. Los manuscritos.

Hasta el siglo pasado, el manuscrito más importante que los eruditos del AT tenían a su alcance era el Codex Leningradensis del año 1008. Era el único manuscrito completo del AT. Hubo algunas otras colecciones de libros del AT como por ejemplo el Codex de Aleppo del principio del siglo X y el Codex del Cairo de 895, que contenía los profetas.

En el año 1890 se hizo, sin embargo, un hallazgo muy importante. Durante las obras de la reconstrucción de la sinagoga del Cario se descubrió una vieja geniza , un tipo de basurero de antiguos manuscritos. El número de los manuscritos hallados ascendió a 200.000, todos de los siglos VI al VIII.

Aparte de la tradición judía existe el Pentateuco de los samaritanos. Los samaritanos son un pequeño grupo con propias tradiciones religiosas que han sobrevivido hasta hoy. Ellos solamente reconocen el Pentateuco de Moisés como literatura sagrada e inspirada. Lógicamente, el Pentateuco samaritano tiene su propia historia de tradición, pero muestra poquísimas diferencias con el texto judío.

Podemos mencionar también a los Targumim. Los Targumim son paráfrasis del texto del AT en arameo. Su creación llegó a ser una necesidad en el momento en que los judíos de Palestina ya no entendían el hebreo de los textos sagrados. Por lo tanto, era necesario crear este tipo de paráfrasis para facilitar la comprensión del texto. Los Targumim son una ayuda muy importante para poder comprender partes del texto del AT donde el hebreo es difícil de comprender.

También la Septuaginta (LXX), que llegó a ser la primera traducción del AT a otro idioma, es una ayuda grande para poder reconstruir las partes difíciles de comprender del texto hebreo.

e. Los rollos de Qumrán

El descubrimiento de los famosos rollos de Qumrán era un acontecimiento fundamental que apoya la exactitud y fiabilidad del texto masorético. En el año 1947, el joven beduino Muhamed adh-Dhib buscó una cabra perdida al oeste del Mar Muerto, 12 kilómetros al sur de Jericó. En una cueva él encontró unos contenedores de barro que contenían rollos. Cuando los beduinos se dieron cuenta que hubo interés por los rollos, vendieron algunos al arzobispo del monasterio sirio-ortodoxo de Jerusalén. Poco a poco, los científicos lograron hacerse con este hallazgo importantísimo, al cual luego se añadieron más contenedores con más rollos de otras cuevas.

El descubrimiento de los rollos de Qumrán es el hallazgo arqueológico más importante de todos los tiempos en Palestina. Se trata de una parte de la biblioteca de la comunidad religiosa de los esenios. Ellos ocultaron sus libros en las cuevas por temor a los romanos. En total, se podían recuperar centenares de manuscritos. El más importante de ellos es un rollo del profeta Isaías del II siglo a.C. completamente preservado. En la cueva IV se encontró un fragmento del libro de 1 Samuel del sigo IV antes de Cristo.

En total, se encontraron suficientes manuscritos para establecer todos los libros del AT de forma completa (con la única excepción de Ester) en una forma 1000 años más antigua que los manuscritos hasta entonces existentes. Comparando los manuscritos de Qumrán con el Codex Leningradensis y otros manuscritos masoréticos, el resultado fue sorprendente: era una confirmación rotunda de la exactitud del texto maso- rético.

El libro de Isaías, por ejemplo, de los rollos de Qumrán está en un 95% del texto absolutamente idéntico con los manuscritos masoréticos. Los 5% de diferencia se refieren a faltas ortográficas o pequeñas diferencias en la agrupación de las letras sin importancia para el sentido del texto.

f. Resumen

Todo indica que el texto del AT que poseemos es idéntico con los originales.

D. EL CANON DEL NT

1. La historia de su formación

Por la gran extensión del cristianismo en los primeros siglos y por los problemas de comunicación, la definición del canon neotestamentario tardaba varios siglos. Pero aun los padres apostólicos como Policarpo e Ignacio eran muy conscientes de que existiera una diferencia entre sus cartas y las de los apóstoles. Ignacio escribe en una carta: "No quiero mandaros nada como Pedro o Pablo: ellos eran apóstoles”. En las cartas de Bernabé y 2 Clemente, palabras del evangelio de Mateo son citadas como Santa Escritura. Justino el Mártir (150) nos comunica que en las reuniones de las iglesias son leídos "los evangelios y los escritos de los apóstoles" juntamente con "los escritos de los profetas." Sin embargo no especifica cuales eran los evangelios y los libros apostólicos.

A partir de Ireneo (180) las dudas se despejan. Ireneo era discípulo de Policarpo que a su vez era discípulo de Juan. De sus obras sabemos que los cuatro evangelios, los Hechos, las cartas de Pablo, 1 Pedro, 1 y 2 Juan y Apocalipsis fueron considerados canónicos. Santiago y Hebreos todavía no formaban parte del canon. Llama la atención que la existencia de los cuatro evangelios estuviera ya universalmente reconocida por las iglesias.

Tertuliano (200) conoce los cuatro evangelios, los Hechos, 13 cartas de Pablo, 1 Pedro y 1 Juan, así como Judas y Apocalipsis. De aquella época proviene el canon Muratori, una lista de los libros del NT de Roma. Esta lista es una protesta de la Iglesia en contra del canon de Marción. El canon Muratori contiene los 4 evangelios, Hechos, 13 epístolas de Pablo, Judas, 1 y 2 Juan y Apocalipsis. Faltan curiosamente Hebreos y 1 Pedro. Pero esto puede ser debido a que no se trata de un documento completo (por eso se habla también del "fragmento de Muratori”).

La falta de comunicación entre la iglesia del este y del oeste es evidente por los libros que contienen las traducciones antiguas. La vieja traducción en latín no contiene algunos libros conocidos en oriente (Hebreos, Santiago y 1 Pedro). Sin embargo, la traducción vieja siria carece de libros conocidos en occidente, como 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis. Juntamente, las dos traducciones contienen todo el canon del NT, salvo 2 Pedro.

No nos sorprende que encontremos la primera lista completa del canon en un lugar intermedio entre Roma y Siria. Orígenes (230) de Egipto publica una lista completa de libros que es reconocida universalmente por los cristianos. Orígenes menciona que Hebreos, 2 Pedro 2 y 3 Juan, Santiago y Judas todavía son considerados como sospechosos por algunos. El rechaza estas posturas y menciona expresamente que el autor de Hebreos es Pablo.

La lista completa más antigua del canon del NT es de Atanasio, obispo de Alejandría. Ella presenta en su carta por motivo de la fiesta de la Pascua en 367. Finalmente el canon del NT es confirmado en esta forma en los concilios de Hipo (393) y Cartago (397 y 419) de forma oficial. Otra vez es importante mencionar que estos concilios no deliberaron cuales serían los libros que deberían formar parte del canon, sino simplemente reconocieron oficialmente, cuáles son los libros que desde siempre fueron reconocidos como canónicos por la Iglesia Universal.

Para terminar este apartado es importante aclarar algunos términos:

  • homologoumena: libros que desde el inicio fueron reconocidos por todos.
  • pseudepígrafos: libros que nunca fueron reconocidos: Salmo 151, Asunción de Moisés, etc. Hay centenares de ellos.
  • antilegómena: libros canónicos que en algun momento fueron disputados: Ester, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Ezequiel, Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas, Apocalipsis.
  • apócrifa: libros reconocidos por segmentos del cristianismo.

Sobre todo, el tema de los apócrifos es importante porque la Iglesia Católica reconoce una serie de ellos como libros canónicos. La LXX contiene los apócrifos católicos con la excepción de 2 Esdras. La lista de estos libros comprende los siguientes:

1 y 2 Esdras, 1 y 2 Macabeos, Tobías, Judit, capítulos añadidos a Ester, capítulos añadidos a Daniel, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, Baruc.

Las iglesias ortodoxas y protestantes no reconocen estos libros como inspirados por varias razones:

Estos libros:

  • no pretenden ser libros proféticos
  • no hablan con la autoridad de Dios
  • no contienen material original y ninguna profecía y
  • contienen errores históricos y dogmáticos.

Los judíos nunca aceptaron estos libros como inspirados, ni tampoco Jesucristo o los autores del NT.La mayoría de los padres apostólicos o de los padres de la Iglesia los rechaza. Ninguno de los concilios ecuménicos de los primeros siglos los reconoce.

Es cierto que en los concilios locales de Hipo y Cartago, bajo la influencia de Agustín fueron reconocidos como canónicos, pero incluso Agustín los consideraba solamente parcialmente canónicos. Jerónimo criticó a Agustín duramente por su actitud y se negó rotundamente a traducirlos al latín. No fue hasta después de la muerte de Jerónimo, que los apócrifos fueron añadidos a la vulgata.

El hecho de que los apócrifos forman parte de la LXX no es ninguna prueba de que fuesen considerados como libros inspirados auténticos. La LXX no pretende establecer un canon. En las viejas colecciones de manuscritos se encuentran los libros apócrifos simplemente para tenerlos a mano para el estudio como literatura, pero sin darles el reconocimiento como libros inspirados.

Cuando el concilio de Trento declaró los apócrifos como libros canónicos, se trataba de una decisión muy polémica. En las disputas con Lutero, muchos teólogos católicos se referían a los dos libros de los Macabeos para justificar, por ejemplo, las oraciones por los muertos. Después de que Lutero rechazase estos libros como apócrifos, la Iglesia Católica los declaró canónicos. Esta decisión era una medida obvia para contrarrestar la Reforma y, por lo tanto, subjetiva. Esto se demuestra entre otras cosas por el rechazo del Concilio de Trento de 2 Esdras porque ese libro contiene una advertencia explícita contra la adoración de los muertos.

2. La tradición y conservación de su texto

La tradición y la conservación de los textos del NT tiene unas características bien distintas de las del AT.

a. Los autores y redactores

Igual que en el caso del AT, tampoco quedan los originales del NT. La mayoría de los libros del NT fueron escritos en la segunda parte del siglo I, en ciudades diferentes y se dirigieron a iglesias en diferentes lugares del Imperio Romano. Pasaron más de tres siglos hasta que las iglesias disponían de una colección completa de todos los libros que componen el NT.

Sabemos que la iglesia de Roma en el año 95 ya tenía una colección de una serie de libros del NT. Los apóstoles animaron a las iglesias a leer sus cartas y los evangelios públicamente en los cultos y, por lo tanto, existen muchas copias de los textos sagrados desde el primer momento.

b. Los primeros hallazgos de manuscritos

Hasta el siglo XII, el codex más antiguo que contenía los libros del NT era el Codex Bezae del sigo VI. Aparte del Codex Bezae ningún manuscrito era más antiguo que del siglo XI. Las primeras traducciones de los tiempos de la reforma (por ejemplo la Reina Valera) se hizo a base de estos textos.

Hoy por hoy, la distancia entre los originales y las copias más antiguas que tenemos a nuestra disposición no es de más de 50 años o incluso menos.

En el año 1627, el rey Carlos I de Inglaterra recibió un regalo del patriarca de Constantinopla: un codex que tiene su origen en Alejandría en la primera parte del siglo IV. Este codex (llamado Alexandrinus) contiene toda la Biblia griega (AT y NT) enteramente con letras mayúsculas.

Otro Codex famoso es el Codex Vaticanus que fue escrito entre 325 y 350 y que se encontraba desde el siglo XV en la biblioteca del Vaticano, aunque de su existencia no se sabía nada fuera del Vaticano hasta el año 1889. A base de estos textos importantes se empieza a reconstruir el "texto recibido” (textus receptus), o sea: el texto tradicional con la ayuda de los nuevos hallazgos.

c. Los hallazgos de Tischendorf

El alemán Tischendorf es sin lugar a dudas uno de los científicos más destacados del siglo pasado. El dedicó su vida a la búsqueda de manuscritos bíblicos en lugares desérticos del medio oriente. Sólo el clima desértico puede reunir las condiciones necesarias para la conservación de manuscritos durante siglos. Otra condición importante era que los lugares no hubieran sido saqueados por los musulmanes durante la conquista árabe.

En 1844 Tischendorf viajó al monasterio de Santa Catalina en el Sinaí. El monasterio se encuentra allí desde el año 530. Tischendorf recibió el permiso de buscar en la biblioteca del monasterio por manuscritos antiguos. Al final encontró un cesta, llena de viejos pergaminos. Los monjes le explicaron que ya habían quemado dos cestas de "estos trastos”. Allí, y literalmente en un cubo de basura, Tischendorf encontró 120 páginas del AT en griego, más antiguos que ningún manuscrito hallado hasta este mo- mento. Aunque Tischendorf buscó desesperadamente, no encontró el resto de las páginas.

Tischendorf volvió dos veces en 1853 y 1859. Cuando la última estancia casi llegó al final, el jefe del monasterio le enseñó una vieja copia: era lo que Tischendorf había buscado: el resto del AT y el NT completo. Desde el monasterio de Santa Catalina, este Codex, que recibiría el nombre "Codex Sinaiticus” llegó al Cairo. Finalmente, el zar de Rusia recibió el Codex por un donativo de 9.000 rublos. Los ingleses a su vez selo compraron al zar en 1933. Hoy se encuentra en el museo británico.

Gracias al Codex Sinaiticus estamos en condiciones de "mejorar” el "texto recibido” en algunos detalles. Sin embargo, otra vez se confirma la exactitud de las copias. Ninguna afirmación central del NT tiene que ser corregida.

d. Los papiros

Al final del siglo pasado aconteció otra serie de hallazgos: los papiros. Estos documentos que contienen libros neotestamentarios datan de los primeros siglos. Los papiros se hallan primordialmente en Egipto, en tumbas o basureros de zonas áridas.

En 1597 se descubrió un depósito de papiros en Oxyrhyncho en Egipto. Se trata de papiros del siglo III que a su vez confirman al texto bizantino (o recibido). Los demás papiros encontrados confirman un hecho interesante: el NT está escrito en el griego común de la época (koine).

e. Los papiros más completos.

En 1930, cerca de Fayum al lado este del Nilo, unos árabes encontraron algunos cántaros en un cementerio cóptico que contenía papiros antiguos. En los cántaros apareció una buena parte del NT, por ejemplo, el papiro p 46 del siglo II e incluso un pequeño fragmento de algún versículo de Juan 18: 31-33.37 y 38 del año 125 o 130 (p 52).

f. Resumen de los manuscritos más importantes

  • papiros: p 52, p 46 (siglos II y III)
  • manuscritos en pergamino (300 d.C.): Codex Sinaiticus, Alexandrinus, Vaticanus
  • manuscritos con minúsculas. 2650 ejemplares de los siglos IX al XV traducciones antiguas
    • versión siriaca (año 200)
    • diatessarón de Tatíano (año 170)

  • citas de los padres de la iglesia: 30.000 - 40.000, que contienen prácticamente todos los versículos de la Biblia.

g. La documentación del texto bíblico del NT en comparación con otros textos seculares

ObraEscrito enMan. más antDiferenciaMan. en total
Guerra de las Galias de Cesar100-44 aC900100010
La Ilíada de Homero900 aC400 aC500643
Obras de Aristóteles384-322 aC1,100140049
Suetón: De vita caesarum75-1609508008
NT40-10012525>24,000

h. La reconstrucción del texto básico de los manuscritos existentes

En total existen unas 200.000 variantes del texto griego. ¿Quiere decir esto que el texto que forma la base del NT no es fidedigno? Considerando el tipo de variantes, nos damos cuenta que su numero no influye en absoluto en su credibilidad:

  • El 95% de las variantes (190.000) se pueden descartar de antemano porque es obvio que no son representaciones auténticas del texto original.
  • De los 10.000 variantes que quedan, el 95% tiene que ver con diferencias ortográficas, gramaticales o con la secuencia de las palabras en el texto.
  • Este tipo de errores no tiene nignuna influencia sobre el contenido. De las 500 variantes que quedan, sólo 50 tienen que ver con el contenido del versículo, y ninguna variante toca alguna doctrina cristiana importante.

¿Cuáles son las variantes que existen? Son una mezcla entre variantes no- intencionales y variantes intencionales. Las variantes no-intencionales tienen que ver con letras que faltan o que fueron añadidos, o al escribir el texto por dictado ocurrió algun despiste. Algunas veces se incluyeron comentarios que en un manuscrito fueron puestos al margen en el texto.

Se ha establecido una serie de criterios internos que nos ayudan a decidir cuáles son las variantes más probables o menos probables:

  • Una variante difícil es más probable que una que es fácil.
  • Una variante breve es más probable que una variante larga.
  • Una variante antigua es más probable que una variante de un manuscrito joven.
  • Una variante que puede explicar otras variantes del mismo texto es probablemente la auténtica.

El 99% del texto original es absolutamente verificable. Podemos decir más: el texto griego que tenemos en nuestras manos hoy por hoy, es prácticamente idéntico con los originales.


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